La campaña de Xavier Nava tuvo varios ejes centrales de crítica hacia las anteriores administraciones para ganar votos durante las campañas de 2018. Para bien o para mal es justo admitir que la postura de una aparente “oposición” fue de los elementos que aseguraron su victoria en dichos comicios.
Desafortunadamente y, como dice el dicho, de su boca muere el pez, y en el caso de Xavier Nava no podría quedar más claro.
Una de sus principales críticas, la inseguridad, fue un tema que achacó al anterior alcalde Ricardo Gallardo Juárez, haciéndolo responsable de “traer grupos delictivos que desestabilizaron la ciudad capital”, siendo que la ola de inseguridad podía rastrearse desde varios trienios anteriores.
Pero de risa resultó que la inseguridad que tanto alarmaba el panista aumentó y se agravó apenas llegó el susodicho al poder, al punto donde bandas delictivas especializadas en el asalto a mano armada de restaurantes y sitios públicos, pasaron de visita por la capital potosina con completa impunidad.
Ah pero el pretexto de Nava era “es un problema que achaca a todos los estados, no nada más a San Luis”, que cambio tan radical de sus alarmistas declaraciones durante campaña. Peor tantito, cuando le lavó las manos a la corporación de seguridad a su cargo, la policía municipal. “Ellos solo están para prevenir no para detener criminales”, no bueno.
Lo que ha distinguido a la actual corporación de seguridad no ha sido más que actos de abuso de autoridad. Elementos de seguridad pública municipal se han visto involucrados en diversos actos que violentan los derechos de la ciudadanía, los cuales van desde despojo de comerciantes y de la ex oficial del Registro Civil Teresa Carrizales, hasta las extorciones de los policías de la unidad 3210 que hicieron que la administración fuera vista en noticias nacionales.
Pareciera que el Nava de las campañas es uno, y el mediocre alcalde que solamente sabe dar pretextos es otro, ¿nos cambiaron al candidato cuando ganó? ¿O es que siempre fue así?
Porque cuando gritaba a los cuatro vientos que el programa para cambiar luminarias en la ciudad, tan urgente como necesario. Un “fraude amañado por lo priístas cuando estaban al poder” para llevarse miles de pesos a la bolsa. Que burla sus críticas alarmistas cuando vemos que el compró luminarias a 8 mil pesos cada una, millones y millones de pesos que de pronto se asignaron sin muchas explicaciones y a escondidas.
Porque además de doble discurso a el alcalde le da miedo hacer cosas a la luz pública, la cobardía de sus decisiones debe ir auspiciada por las puertas cerradas, y no lo vengan a cuestionar porque sale corriendo o hasta increpa con la prensa, como si los reclamos que hay en las redes sociales y las calles, fueran todos parte de una conspiración en su contra.
Las decisiones del actual alcalde se complementan perfectas con sus ambiciones por ser gobernador, como si alguien siguiera dando un peso por él o su partido de fifís. ¿Qué hará ahora? Porque se le acabó la estrategia de echarle la culpa al alcalde anterior, la ciudad está fregada por sus manos y sus decisiones ¿y ahora?
Cómo convencerá a la población de que le vuelvan a dar el voto de confianza, si, cada vez que “trabaja”, logra decepcionarnos, pero aquí la cuestión también es ¿existirá algún potosino que se atreva a creer en él?, en la zona huasteca donde aún habitan integrantes de asuntos indígenas lo dudo, ya demostró que para violar los derechos de este sector de la población se pinta solo, siendo en la capital unos cuantos logró darles la espalda, qué se espera que se haga con el resto.