Luego de que el mundo colapsara por la pandemia de COVID-19 que frenó por completo la mayoría de las actividades cotidianas a las que solíamos estar acostumbrados, fue claro que al haber transcurrido dos años, el regreso a cada una de ellas no podría ser fácil ni rápido y que todos los sectores de la población se verían severamente afectados por tanta ausencia.
En esta ocasión, hablaremos específicamente del sector educativo en México, que presentó, según estimaciones del Banco Mundial, un rezago que equivale a dos años de escolaridad. Es decir, que antes de la pandemia, los mexicanos alcanzaban en promedio aprendizajes correspondientes a 3° de secundaria; hoy su conocimiento llegará solo al equivalente a 1° de secundaria.
Además, de acuerdo con información consultada en una investigación del Centro de Investigación en Política Pública (IMCO), al menos 628 mil jóvenes entre 6 y 17 años han interrumpido sus estudios debido a la crisis económica. Esta disminución de 13 años en el nivel de asistencia escolar, derivaría en consecuencias trascendentales para los trabajadores y la competitividad del país.
Por razones como estas, es que a las autoridades les urgía implementar un sistema para garantizar el regreso a clases, ya que continuar con la educación a distancia no habría resultado para nada favorable a los estudiantes, por el contrario, fue evidenciada la condición de desigualdad en la que se vive, además de que el acceso a la información es limitado para muchas zonas de cada estado mexicano.
La misma investigación de la IMCO concluyó que: “de no tomar medidas contundentes al volver a las escuelas, las pérdidas de aprendizajes ponen en riesgo el futuro de una generación completa de estudiantes”.
Al verse una luz al final del túnel llamado pandemia de coronavirus, el regreso a clases presenciales al 100 por ciento, es esencial, recuperar las habilidades de los jóvenes debe ser el objetivo central de la respuesta educativa a la pandemia para evitar que los rezagos del aprendizaje se vuelvan permanentes y esto los persiga cuando se incorporen al mercado de trabajo.
Actualmente, la Secretaría de Educación de Gobierno del Estado de San Luis Potosí contabiliza que el 95 por ciento de los estudiantes en el estado se encuentran ya reincorporados a las actividades presenciales en los respectivos planteles, sin embargo, el cinco por ciento restante ha decidido permanecer a distancia en sus labores educativas.
Esta información es destacable, ya que el propio secretario declaró que esta minoría ha tomado la decisión, en conjunto con su núcleo familiar respectivo, de no arriesgarse a contraer el virus, lo que nos lleva a hacer la siguiente reflexión:
Debido a experiencias de pérdidas familiares a consecuencia de la enfermedad, este cinco por ciento de la población estudiantil tiene el temor de contagiarse, pese a que al parecer las medidas preventivas son favorables para ellos, además de que el acceso a las vacunas anticovid se han aplicado a la mayoría de los potosinos.
Una situación un tanto alarmante para las instancias educativas y de salud, ya que al ser esta una decisión familiar, no debería descartarse atender este tipo de secuelas psicológicas, que impidan a la ciudadanía en general, reintegrarse a las dinámicas sociales que les fueron arrebatadas.