Imagina por un momento que la versión de ti mismo que conoces hoy no es definitiva. ¿Qué harías si existiera la posibilidad de transformarte, de moldear aspectos que pensabas permanentes en tu forma de ser?. Esta idea, que podría parecer casi imposible, tiene bases científicas sólidas y se llama neuroplasticidad.
De acuerdo con la definición de la revista médica Sinergia, la neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse, formar nuevas conexiones neuronales y adaptarse en respuesta a experiencias, aprendizaje y hasta lesiones, en palabras sencillas, es la habilidad del cerebro de cambiar a lo largo de nuestra vida.
Este concepto ha revolucionado la manera en que entendemos el desarrollo humano, y ha planteado preguntas profundas sobre nuestra capacidad para cambiar aspectos que consideramos parte de nuestra personalidad.
Sin embargo, antes de sumergirnos en cómo la neuroplasticidad podría influir en nuestra personalidad, es importante entender ¿Qué es la personalidad?
Según el sitio web, Psicología y mente, la personalidad es el conjunto de patrones de pensamiento, emociones y comportamientos que nos caracterizan y que suelen ser consistentes a lo largo del tiempo, aunque se forma a partir de una combinación de factores genéticos, experiencias tempranas y contexto social, muchas veces la percibimos como algo permanente, como un "yo" fijo.
Pero, ¿Es realmente algo permanente? La investigación moderna sugiere que no necesariamente. Aunque existen rasgos que pueden ser más resistentes al cambio, la personalidad tiene cierta flexibilidad, y aquí es donde entra en juego la neuroplasticidad.
Según investigaciones por parte del Dr. Enrique Noé del Instituto de Rehabilitación Neurológica; en el pasado, se creía que el cerebro adulto era estático y que después de cierta edad perdía la capacidad de transformarse, sin embargo, se ha demostrado que esto es un mito, y que en realidad, el cerebro es plástico a lo largo de toda nuestra vida, aunque esta plasticidad es más pronunciada en la infancia y la adolescencia.
Este descubrimiento tiene implicaciones fascinantes para el cambio personal. Por ejemplo, investigaciones en psicología y neurociencia han encontrado que al adoptar nuevos hábitos, practicar la atención plena o incluso al participar en terapia psicológica, podemos "reentrenar" nuestro cerebro. Estas prácticas pueden fortalecer ciertas conexiones neuronales y debilitar otras, permitiendo cambios en patrones de pensamiento y comportamiento.
Un ejemplo concreto es el tratamiento de trastornos como la ansiedad o la depresión. Terapias como la terapia cognitivo-conductual (TCC) ayudan a las personas a identificar y reemplazar pensamientos automáticos negativos, promoviendo así nuevas conexiones neuronales que favorecen el bienestar emocional y si estos cambios pueden lograrse en condiciones clínicas, sería interesante cuestionarnos, ¿Por qué no podrían aplicarse para ajustar aspectos de nuestra personalidad que queremos mejorar?
Un estudio realizado por la Universidad de Illinois, encontró que las personas que deseaban cambiar aspectos de su personalidad (como ser más extrovertidos o emocionalmente estables) y trabajaron activamente en ello lograron cambios significativos en un periodo de semanas o meses, lo que nos demuestra que con esfuerzo consciente y prácticas consistentes, podemos moldear rasgos que antes pensábamos fijos.
Sin embargo, también es importante reconocer los límites. Cambiar nuestra personalidad no significa convertirnos en alguien completamente diferente ni deshacernos de nuestra esencia. La neuroplasticidad no es magia, es un proceso gradual que requiere intención, práctica y paciencia. Además, factores genéticos y experiencias tempranas establecen cierta base sobre la que trabajamos.
Si estás interesado en explorar cómo la neuroplasticidad podría ayudarte a cambiar aspectos de tu personalidad, aquí hay algunas herramientas respaldadas por la ciencia y diferentes sitios de psicología online que pueden ayudarte.
1. Atención plena (mindfulness): Practicar mindfulness ayuda a aumentar la conciencia sobre tus pensamientos y emociones, permitiéndote responder a ellos de manera consciente en lugar de automática.
2. Terapia psicológica: Terapias como la TCC pueden ser especialmente útiles para identificar patrones de pensamiento que deseas cambiar y desarrollar estrategias para hacerlo.
3. Establecimiento de hábitos: Crear pequeños hábitos alineados con la versión de ti mismo que deseas ser puede tener un gran impacto con el tiempo.
4. Educación y aprendizaje continuo: Exponerte a nuevas experiencias, ideas y desafíos mantiene tu cerebro activo y abierto al cambio.
Como podrás darte cuenta, algunos elementos anteriormente mencionados, los hemos abordado en capítulos anteriores, así como explorarlos a profundidad, basándome en investigación y recopilando información de diferentes sitios web y especialistas en el tema. No obstante, es importante recordarte que si estás atravesando una situación compleja en donde consideres que sea necesario solicitar ayuda, una guía impartida por un profesional de la salud mental, siempre será la mejor opción.
La neuroplasticidad nos recuerda que no estamos condenados a ser quienes siempre hemos sido, si bien ciertos aspectos de nuestra personalidad pueden estar profundamente arraigados, nuestra capacidad para adaptarnos, crecer y cambiar es una parte fundamental de lo que significa ser humano. Con intención y esfuerzo, podemos reescribir aspectos de nuestra historia personal y dar forma a la mejor versión de nosotros mismos. Al final, el cerebro nos da una herramienta poderosa: la posibilidad de reinventarnos.