Querido lector, si algo no podemos negar es que nuestra sociedad ha sido consumida por la tecnología, la inmediatez, la excesiva productividad y las redes sociales, lo que ha deteriorado nuestra cotidianidad sobre todo cuando se trata de adquirir hábitos diferentes que puedan impulsarnos a alcanzar nuevas metas o cambiar nuestro estilo de vida.
Estos factores, nos han condicionado lentamente a ser intolerantes a realizar tareas difíciles que conlleven a enfocar nuestra atención y razonamiento, así como a buscar cada vez más todo aquello que nos lleve al placer inmediato, pero la pregunta es: ¿cómo podemos zafarnos de la trampa? ¿cómo empezar a hacer las cosas que nos cuestan más trabajo y liberarnos de la inmediatez? La respuesta es: reconfigurando nuestro cerebro.
Antes de que iniciemos, es importante mencionar que el trabajo de mi columna de hoy, estará basado en investigaciones e información proporcionada por Marián Rojas Estapé, especialista en psiquiatría y autora de libros como: “¿Cómo hacer que te pasen cosas buenas?”, “Encuentra tu persona vitamina”, “Recupera tu mente, reconquista tu vida”, entre otros. Y una vez dicho esto, comencemos.
En una entrevista, Marián destacó que antes de iniciar con su investigación, había notado un patrón que empezaba a regir a nuestra sociedad; mismo que estaba infestado de un enojo constante, irritabilidad frecuente, dificultad para prestar atención, falta de concentración e incapacidad para tolerar el dolor y el aburrimiento, lo cual, provocó un especial interés en ella de conocer la razón que había detrás.
Algunos de los grandes descubrimientos que realizó, es que la sociedad estaba inmersa en una situación de alerta constante con picos altos de cortisol y dopamina, debido a las exigencias del día a día, la productividad interminable, las expectativas impuestas en cuestión a nuestro entorno envolviéndonos en un ciclo de supervivencia social, económica, emocional y profesional; el uso de las pantallas y las redes sociales.
De una manera resumida, y por presentártelo de manera más digerible, nos volvimos una sociedad intoxicada por el estrés y adicta al placer de los estímulos instantáneos.
Marián ejemplifico el fenómeno de las pantallas y la adicción arraigada a ellas, describiendo a un niño en dos situaciones diferentes: Imaginemos que a un niño le pides jugar contigo un juego de mesa, probablemente la actividad genere cierto estímulo de dopamina, que por establecer una cantidad pongamos que provoca 5 unidades de dopamina, y ahora imagina que al siguiente día se pone a jugar un videojuego, este a diferencia del juego de mesa, no creará únicamente 5 unidades, en realidad generará 50, aumentando su impacto 10 veces más en el cerebro y provocando que la siguiente vez que le pidas a un niño jugar un juego de mesa, le sea completamente aburrido y optará por buscar el videojuego. Lo peligroso, es que si continúa jugando con mucha frecuencia, en vez de ser solo un día a la semana, se convertirá en la semana completa, iniciando un nuevo ciclo de adicción. Algo similar sucede con las redes sociales y las pantallas, los grandes estímulos que generan las anteriores, producen que actividades que antes solían satisfacernos, se vuelvan completamente insignificantes, como leer un libro, charlar con un amigo, escribir, salir a caminar, etc.
Pero, una vez que hemos acostumbrado a nuestro cerebro a esos estímulos de grandes niveles de dopamina, ¿podemos retroceder para volver a sentirnos bien con las cosas simples?.
Según Marián, es completamente posible, tomando en cuenta que será un proceso que requerirá paciencia y enfrentarte a sensaciones incómodas.
El primer paso, es identificar los hábitos que nos producen una dopamina tóxica, puede ser una red social, TikTok, Instagram, Facebook, un juego particular en el celular, vídeos, etc. Identifica cuál es el hábito tóxico que puede consumirte horas y no puedes dejarlo. Una vez que lo has hecho, Marián recomienda una abstinencia de 4 semanas. Las primeras dos, te sentirás como cualquier adicto en rehabilitación que está sumamente ansioso por volver al mismo hábito, pero si continúas, a la cuarta semana tu cerebro verá una transformación enorme.
Otro de los pasos que recomienda Rojas Estapé, es cuidar la alimentación, específicamente evitar alimentos altos en azúcar como golosinas, postres, helados, etc. El azúcar provoca deterioro no únicamente en nuestro cuerpo, sino también en la corteza prefrontal del cerebro, generando que no podamos prestar la suficiente atención en nuestras actividades. Dejarla no únicamente ayudará a nuestra atención sino a posponer la recompensa y aumentar nuestra fuerza de voluntad.
Realizar una actividad manual que no conlleve estar en redes, computadoras o en dispositivos digitales. Puede ser ordenar tu habitación, pintar, practicar un instrumento, hacer manualidades.
Rojas Estapé, menciona que lo que sucede con este tipo de actividades, es que cuando estás realizando alguna de ellas, en realidad no tienes una presión por ejecutarlas, sino que las haces mera y exclusivamente por el disfrute de hacerlas, lo cual ayuda a la disminución de los niveles de cortisol.
Volver a conectar con la naturaleza. Salir a caminar, estar al aire libre, pasar un rato debajo del sol, sentarte en el pasto y escuchar los sonidos que te rodean, son actividades que pueden favorecer ampliamente a tu cerebro y ayudarte a volver a disfrutar de las cosas simples.
Un último tip que nos da la psicoterapeuta, es tener momentos de aburrimiento en tu día, no estar en una constante productividad, tener momentos en los que simple y sencillamente te sientes a hacer nada. Ella comenta un ejercicio muy bueno pero que probablemente te parezca algo extraño, observar a la gente caminar 5 minutos, puede ser por tu ventana o desde donde te encuentres.
Como en cada capítulo de mi columna, querido lector, es importante recordarte que toda la información aquí plasmada, proviene de una investigación previa, con la intención de que entendamos mejor nuestro cerebro y mente, sin embargo, si sientes que estás atravesando por una situación compleja, una guía profesional siempre será la mejor opción.
Reconfigurar nuestro cerebro, puede ser un camino que tome tiempo debido a la exposición constante de dopamina que hay en nuestro entorno, pero altamente beneficioso para desbloquear nuestra mente, adquirir nuevos hábitos, incluso a tener mucha más fuerza de voluntad cuando se trata de alcanzar nuevas metas y sueños. Nos ayuda a ser resilientes y sin duda, a poseer mucha más tolerancia a la frustración, y a retomar y apreciar el encanto de las cosas pequeñas y simples, que al final de cuentas, son las que componen gran parte de nuestra existencia.