Todos tenemos pensamientos negativos intrusivos que en la mayoría de las ocasiones vienen a perturbar nuestra calma, y con frecuencia, la solución que encontramos al estar frente a ellos es reprimirlos: distraernos con algún objeto, realizar un trabajo que teníamos atrasado, ponernos a ver una película o algo tan sencillo como decir: “voy a pensar en otra cosa”… ¿Te ha pasado?. Si la respuesta es si, debes saber que irónicamente, y aunque reprimir nuestros pensamientos negativos intrusivos pudiera parecer el camino óptimo para recuperar la calma mental que teníamos antes de que los mismos tocarán a nuestra puerta, de hecho, esta “solución mágica” puede generar efectos contraproducentes en nuestra salud mental. Hoy, querido lector, hablaremos sobre la supresión del pensamiento.
¿Qué es la supresión del pensamiento? Según el Centro de Psicología Serendipia, La supresión del pensamiento es un proceso psicológico mediante el cual intentamos evitar, controlar o eliminar pensamientos no deseados o intrusivos.
Cuando nos encontramos con pensamientos perturbadores, como recuerdos traumáticos, preocupaciones obsesivas o ideas inapropiadas, es natural que queramos deshacernos de ellos lo más rápido posible. La supresión del pensamiento es una estrategia común que utilizamos para lidiar con estas ideas molestas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la supresión de pensamiento dirige en un largo plazo a contraer problemas relacionados con la ansiedad, así como la frecuencia e intensidad con la que se presentan dichos pensamientos.
Para conocer y entender mejor la supresión de pensamiento, investigadores como Daniel M. Wegner, David J. Schneider, Samuel R. Carter III y Teri L. White, realizaron un experimento en 1980, donde pidieron a un grupo de participantes que evitarán pensar en un objetivo específico durante cinco minutos, si en dado caso pensaban en el objetivo, tocarían una campana que se les proporcionaba. Después de esto, se les pidió que por los siguientes cinco minutos pensaran conscientemente en el objetivo. Paradójicamente hubo evidencia de que los pensamientos no deseados ocurrieron con mayor frecuencia en aquellos que utilizaron la supresión del pensamiento en comparación con los que no la utilizaron. Acuñando este fenómeno como ”efecto rebote”.
Estoy casi segura que este mismo fenómeno te ha ocurrido en múltiples ocasiones, incluso cuando eras niño. Cuando tus papás te solían prohibir algo o decirte: “no hagas tal cosa…” era cuando más pensabas en eso y no podía salir de tu mente, al grado de que habían ciertas travesuras que llegabas a cometer.
En nuestro día a día, utilizamos la supresión de pensamiento para evitar pensamientos incomodos, muchas veces ocupando nuestra agenda en la semana y llenándola de actividades, sin embargo ¿Te ha pasado que haces esto de lunes a viernes, pero el fin de semana te sientes ansioso, incluso triste? Bueno esto es debido a este famoso “efecto rebote” y el psicoterapeuta Mario Guerra lo explica comentando que por lo regular, siendo los fines de semana donde no estamos empapados de tareas por hacer, nos enfrentamos con nuestra voz interna, misma donde se almacenan muchos de los pensamientos que hemos ido almacenando por ser “incómodos” o “molestos”.
Hasta ahora, hemos visto de lo que trata la supresión del pensamiento, un poco de los experimentos que se han realizado alrededor de este fenómeno, como también como a pesar de parecer una estrategia llamativa a simple vista, puede ocasionar estragos emocionales fuertes.
Pero, si la supresión de pensamiento no es la solución para alejar nuestros pensamientos intrusivos, entonces ¿cuál es?
Según el Centro de Psicología Serendipia, las mejores alternativas son la aceptación y la atención plena.
La aceptación, se basa principalmente en reconocer y aceptar nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos o intentar cambiarlos, en lugar de resistirnos a ellos, es importante aprender a observarlos y dejarlos fluir, sin engancharnos.
La atención plena, por otra parte, se trata de fijar nuestro foco en el presente y momento actual, prestando atención a nuestras emociones, pensamientos y sensaciones físicas.
Esta misma practica nos ayuda a desarrollar más conciencia de los pensamientos intrusivos que van surgiendo, y a desapegarnos de los mismos, ejercicios como meditar y realizar mindfulness pueden ser una buena opción.
Como en cada capítulo de mi columna, querido lector, debo recordarte que todo lo plasmado aquí, está basado en investigación previa, que nos ayuda a conocer mejor nuestro cerebro y mente, así como a conocer herramientas que puedan auxiliarnos, sin embargo, si estas pasando por una situación compleja o crees que necesitas apoyo, buscar una guía profesional siempre será la mejor opción.
Lidiar con nuestros pensamientos negativos, puede ser difícil, sobre todo cuando hemos tenido experiencias complejas arraigadas a ellos, ten paciencia contigo mismo y se compasivo con tu proceso, recuerda que todo va en pequeños pero significantes pasos.