A sus 87 años, Joel Meyerowitz, considerado uno de los fotógrafos más influyentes de la historia, presentó en el centro cultural Fernando Fernán Gómez de Madrid la exposición Europa 1966-1967, con la que arranca el festival PhotoEspaña. La muestra reúne 200 imágenes del viaje que cambió su vida y su carrera: un recorrido de más de 30 mil kilómetros por el continente europeo a finales de los años 60, que le permitió descubrir su vocación artística y su estilo único.
“Una fotografía se captura en una milésima de segundo y capta un momento que se desvanece y nunca se repite. Por eso sirve para comunicar lo inesperado”, explicó Meyerowitz durante la inauguración de la muestra. Siempre con su cámara al cuello, el fotógrafo relató cómo, a los 28 años, decidió cruzar el Atlántico en barco con el dinero ganado en una campaña publicitaria, comprar un viejo Volvo y lanzarse a explorar Inglaterra, Francia, Alemania, Irlanda, Grecia, Turquía, Marruecos y España, entre otros países.
Durante dos años documentó todo lo que veía y vivía, produciendo más de 25 mil fotografías en 750 carretes. Ese proceso marcó el inicio de su carrera como artista y, según sus propias palabras, también de su identidad personal. “Descubrí la persona en la que me quería convertir y el lenguaje con el que quería comunicar lo que veía”, dijo ante los medios.
La exposición muestra escenas callejeras, retratos, paisajes y momentos íntimos de una Europa en transformación. El recorrido se divide en bloques temáticos y geográficos, e incluye desde la vitalidad urbana del Reino Unido hasta la serenidad de Corfú o el bullicio de los mercados turcos. Una de las experiencias más significativas, contó el fotógrafo, fue su estancia con la familia Escalona en Málaga durante seis meses, en plena dictadura franquista.
El curador Miguel López-Remiro, director del Museo Picasso de Málaga, destacó que la exposición “retrata un continente en cambio y el nacimiento de una mirada”. Subrayó además la importancia del aporte de Meyerowitz al uso del color en la fotografía artística, dominada hasta entonces por el blanco y negro. Su libro Cape Light (1978) fue clave en la aceptación del color como lenguaje artístico legítimo.
Con esta muestra, Meyerowitz no solo revive su viaje iniciático, sino que también ofrece una lección de historia visual sobre una Europa diversa, compleja y profundamente humana. Una mirada que, medio siglo después, sigue siendo fresca, inquisitiva y profundamente reveladora.