La Huasteca Potosina enfrenta una de las crisis ambientales más severas de los últimos años. Diversos colectivos y habitantes han alertado sobre el grave impacto de la quema de caña de azúcar, una práctica que está acelerando la pérdida de humedad en los suelos y contribuyendo a la desertificación de la región.
Los testimonios recogidos por pobladores revelan una preocupante transformación del paisaje: árboles que antes eran frondosos ahora están secos, el musgo ha desaparecido en vastas áreas rurales y, como símbolo de esta crisis, la icónica cascada de Tamul —la más alta del estado— se encuentra actualmente sin agua.
Expertos y activistas sostienen que este fenómeno está directamente relacionado con el uso intensivo de agua para riego en los campos cañeros, lo que, sumado a la quema sistemática de la caña, ha desestabilizado los ecosistemas locales.
“Estamos viendo cómo la selva se convierte en polvo, cómo desaparece la vida vegetal sin que nadie lo impida. Es un desastre silencioso que podría volverse irreversible”, expresó un grupo ciudadano en un pronunciamiento público emitido este sábado.
En su llamado, los activistas exigen a los gobiernos municipales, estatal y federal la implementación urgente de medidas que pongan fin a estas prácticas agrícolas nocivas. Proponen alternativas más sostenibles, como tecnologías limpias ya probadas en países como Brasil, y la promoción de un modelo agroecológico que respete el equilibrio de la región.
También solicitaron programas de capacitación y apoyos efectivos para los agricultores, con el objetivo de transitar hacia métodos más amigables con el ambiente sin perjudicar la economía local.
De no tomarse acciones inmediatas, advierten, el paisaje verde de la Huasteca podría convertirse en un recuerdo seco en menos de una década.