Durante junio, México registró una leve disminución en la inflación general, al pasar de 4.42% en mayo a 4.32%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Sin embargo, la inflación subyacente —considerada un termómetro más estable de los precios— mantuvo su tendencia alcista por cuarto mes consecutivo y se colocó en 4.24% a tasa anual, el nivel más alto desde abril de 2024.
El avance de la inflación subyacente se explica por el incremento en los precios de mercancías, que se ubicaron en 3.91% anual, así como por el repunte en los servicios, con un aumento de 4.62%, su mayor nivel en más de un año. Ambos componentes muestran señales de persistencia en los aumentos de precios, lo que podría complicar el panorama de política monetaria para el resto del año, ya que se alejan del objetivo del 3% fijado por el Banco de México.
En términos mensuales, la inflación subyacente creció 0.41%, por encima de lo previsto por analistas. Mientras tanto, la inflación no subyacente —que incluye productos agropecuarios, energéticos y tarifas reguladas— se moderó significativamente, gracias a la baja en los precios de frutas y verduras, así como a la contención en los precios de los energéticos. Aun así, preocupa el encarecimiento de los productos pecuarios, que subieron 11.72% anual, el mayor incremento desde noviembre de 2022.
Especialistas advierten que, si bien la desaceleración de la inflación general ofrece cierto respiro, la presión inflacionaria subyacente podría mantenerse durante el segundo semestre del año. Esto pone en entredicho una posible relajación de las tasas de interés, ya que persiste el riesgo de que los precios continúen erosionando el poder adquisitivo de los hogares mexicanos.