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El Mirador
Redacción

Visibilizar los derechos, no comerciar con ellos

El próximo 28 de junio será conmemorado, como cada año, el Día Internacional del Orgullo, una fecha que los integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+ utilizan para visibilizar la constante lucha por el reconocimiento y cumplimiento de sus derechos, como contraer matrimonio, adoptar, recibir atención médica digna y tener las mismas oportunidades laborales, entre otros, ya que, a pesar del paso de los años, una parte amplia de la sociedad a nivel mundial se niega ante la existencia de la diversidad de identidades y orientaciones sexuales y de género, por lo tanto, perpetua la violación de sus derechos como personas y ciudadanos.

El movimiento ha tomado tanta fuerza mediática, al grado de que la conmemoración abarca todo el mes, denominando a junio como el mes del orgullo, mismo que finaliza con las marchas masivas de integrantes y aliados de la comunidad. Los símbolos del orgullo, tales como la bandera con los colores del arcoíris y los triángulos rosas, se exhiben durante estas fiestas, en las que, además de dar cabida a las reivindicaciones sociales o políticas que identifican a los colectivos participantes, también se realizan actividades culturales y lúdicas.

Sin embargo, lo que parecía ser un gran avance en la lucha por los derechos de este sector de la población, parece distorsionarse en la actualidad con la mercantilización de la causa. Las empresas y marcas aprovechan el mes de conmemoración y visibilización, para convertir identidades y experiencias en mercancías vendibles. Recordemos que en un principio eran pocas las marcas reconocidas que se atrevían a mostrar su apoyo a la comunidad LGBTTTIQ+, por lo que en aquellos tiempos estas acciones eran celebradas y aceptadas por la sociedad interesada.

Ahora, durante el Mes del Orgullo LGBTTTIQ+, las empresas y marcas aprovechan un mes de conmemoración y visibilización para convertir identidades y experiencias en mercancías vendibles. Este fenómeno es conocido como pinkwashing, que se traduce del inglés como “lavado en rosa”; el término fue usado por primera vez por la Breast Cancer Action, para identificar a las empresas que supuestamente apoyaban a las mujeres con cáncer de mama, pero que en realidad, se aprovechaban de la enfermedad para obtener mayores ganancias y mejorar la imagen de su marca al incorporar publicidad para una buena causa.

La crítica actual, proveniente del sector mencionado hacia las grandes empresas tras la mencionada transformación del “apoyo” al movimiento, es la siguiente: utilizar las banderas de la diversidad sexual e incluirlas en sus logos, NO SOLUCIONA LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES QUE IMPACTAN A LA COMUNIDAD. Incluso, parece ser que pocas personas integrantes están involucrada en el proceso de publicidad de muchas marcas. Al mismo tiempo, que una empresa utilice los colores de la diversidad sexual no elimina la discriminación ni la violencia dentro del espacio laboral.

Por otro lado, aprovechar el mes de junio y nombrarlo como el Mes del Orgullo o Pride tiene distintas aristas, otra de las críticas más evidentes es que junio no debería ser el único mes en el que se reconoce a la comunidad LGBTTTIQ+. Tener un mes para la visibilización, no debería ser aprovechado por las marcas, mientras el resto del año se regresa a las prácticas poco inclusivas y hasta violentas. 

No se trata de criticar y atacar a formas de vida con las que no se está de acuerdo. Se trata solo de reconocer la diferencia, de aceptar que se puede convivir con ella y que el diálogo y la discusión respetuosa son siempre bienvenidos.