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Héctor Serrano Cortés
Héctor Serrano Cortés

El PRI y la debacle inevitable 

Finalmente, en la Cámara de Diputados quedó aprobada la iniciativa  propuesta por el Ejecutivo federal para que la Guardia Nacional (GN) se incorpore a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena); con esta decisión, los legisladores federales dieron curso a facultar a nuestras Fuerzas Armadas para realizar acciones en materia de seguridad pública, las cuales ya venían realizando, fuera de los cauces legales establecidos en sus atribuciones de origen, desde la administración del panista Felipe Calderón y del priista Enrique Peña Nieto.

Para muchos, el discurso político es la militarización del país; otros podemos pensar que esto permite que actúen dentro de un marco jurídico, para que las acciones se realicen de forma legal, con apego a los procedimientos normativos y protocolarios, anteponiendo la protección y el respeto a los derechos humanos.

El gran perdedor es el priismo nacional, encabezado por su presidente Alejandro Moreno Cárdenas, ‘Alito’, quien se pudo haber evitado una confrontación, la que hoy lo coloca como el político menos confiable. Conforme a su propia dinámica, ha manifestado que él no romperá con una alianza estratégicamente diseñada por la derecha para sostener una coalición entre el Partido Acción Nacional (PAN), el casi extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el muy lastimado Partido Revolucionario Institucional (PRI). Pretendiendo que esa eminente y evidente decisión la asuma cualquier otro actor de las fuerzas aliancistas, y con eso cree ‘Alito’ que se le habrá de restar la responsabilidad de mostrar la fragilidad de dicha alianza; sin embargo, esto ya no debe preocupar tanto al señor Alejandro Moreno, ya que es comprensible que los dirigentes del partido blanquiazul obviamente no están pensando en que un priista encabece o abandere la alianza que intentan proyectar para el 2024. 

La división existente en el tricolor debilita aún más a ese partido político. En los estados donde aún conserva presencia o en los municipios que gobierna ya anticipan una flagrante derrota para las elecciones tanto del Estado de México, como de Coahuila, y nada qué decir para el 2024.

Está claro que muchos cuadros del partido tricolor están pensando en renunciar a su militancia priista, sobre todo, aquellos que aspiran a reelegirse en diferentes posiciones como son las presidencias municipales, diputaciones federales y locales. Anhelan tener éxito en sus aspiraciones personales, y el PRI ha dejado de ser una opción.

A principios del próximo año, la desbandada habrá de acrecentarse al interior del priismo, ya que, de acuerdo con los tiempos legales, si algunos actores pretenden reelegirse y sus opciones se desvanecen a través del tricolor, será el momento de renunciar a su militancia para ser aceptados en otra fuerza política con mayores posibilidades de éxito electoral.

En fin, la debacle del Partido Revolucionario Institucional no sólo es evidente, es inevitable.