Hace una semana, San Luis Potosí fue el escenario de una de las muchas manifestaciones que están ocurriendo en todo México en torno a la controvertida reforma judicial. Esta propuesta ha causado mucho ruido y opiniones divididas por todas partes. En este nuevo capítulo de mi columna, quiero platicarles de qué va todo esto, especialmente a los jóvenes que todavía no tienen muy claro de qué se trata, para que puedan formar su propio criterio sobre la situación.
Empecemos por el principio: en febrero de 2024, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lanzó una propuesta de reforma judicial que ha generado muchas reacciones. Entre varias ideas que presenta, una de las más polémicas es la de que ministros, jueces y magistrados sean elegidos por voto popular. Esto significa que, en lugar de que esas figuras sean seleccionadas a través de procesos internos entre abogados y funcionarios, seríamos nosotros, los ciudadanos, quienes votaríamos por ellos, al igual que lo hacemos por el presidente, diputados y senadores.
Para entender mejor esto, recordemos un poco cómo funciona el gobierno. En México, el Poder Judicial es el que se encarga de que las leyes se apliquen correctamente, leyes que han sido creadas por el Poder Legislativo (es decir, los diputados y senadores) y que son ejecutadas por el Poder Ejecutivo (o sea, el presidente y sus secretarios). Entonces, lo que el presidente está proponiendo es que los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) elijan 30 candidatos para que la ciudadanía vote por los ministros de la Suprema Corte, quienes son los encargados de interpretar y aplicar las leyes. Y en el caso de jueces y magistrados, se abriría una convocatoria pública para que los abogados interesados puedan postularse y someterse al voto popular.
La idea suena interesante, ¿verdad? Pues como era de esperarse, este plan ha causado una división tremenda entre la gente. Por un lado, están quienes apoyan la reforma, diciendo que es una manera de acabar con la corrupción en el Poder Judicial. Según ellos, esto le daría a la ciudadanía el control sobre quién toma decisiones importantes en el sistema de justicia.
Pero, por otro lado, también está la oposición, que dice que esto podría ser una trampa para concentrar más poder en manos del gobierno y poner en riesgo la carrera judicial. Temen que esta reforma haga que se pierda la independencia del Poder Judicial, y que los jueces y magistrados ya no se elijan por su capacidad o trayectoria, sino más bien por su popularidad o cercanía con el gobierno de turno.
A pesar de que la reforma establece ciertos requisitos para los candidatos (por ejemplo, tener al menos 35 años, contar con 10 años de experiencia como abogado y no haber ocupado cargos públicos en el último año), muchos se preguntan si la ciudadanía está realmente preparada para tomar esta decisión. Una gran preocupación es que, a la hora de votar, la gente al no saber acerca de carrera judicial, no se guíe por el conocimiento o experiencia de los candidatos, sino más bien por lo que vean en campañas políticas financiadas en la mayoría de ocasiones por partidos políticos, lo cual podría convertir todo en un concurso de popularidad más que en una selección basada en méritos judiciales.
La reforma ha generado dos posturas muy diferentes. Mi intención es brindarte un poco de información que permita que tomes una decisión. Al final, lo más importante es que todos tengamos claro lo que está en juego, ya que esta reforma podría cambiar la forma en que se administra la justicia en nuestro país.
Así que, ¿qué opinas, lector? ¿Te parece que la reforma judicial es un paso hacia una justicia más justa y sin corrupción, o crees que es una maniobra para concentrar más poder en el gobierno?…