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Martha Navarro
El mundo de los introvertidos

¿En qué afecta nuestra alimentación en la salud mental?

Querido lector, a lo largo de esta columna hemos platicado acerca de como cuidar nuestros pensamientos puede ayudar enormemente a equilibrar nuestro entorno interior, y mantener una buena salud mental, sin embargo, los alimentos que introducimos a nuestro cuerpo, y van hacia nuestro estómago, también pueden contribuir o perjudicar a este rubro, y hoy descubriremos como.

En nuestra sociedad actual, solemos pensar que la salud mental está vinculada exclusivamente a lo emocional y psicológico. Nos enfocamos en estrategias como la meditación, la terapia o el ejercicio físico, sin prestar demasiada atención a la alimentación. Pero, ¿sabías que lo que comes puede influir tanto en tu mente como en tu cuerpo? La conexión entre la salud intestinal y la salud mental es un campo de investigación que ayuda a entender la importancia de los alimentos en nuestra vida emocional.

El cerebro y el intestino están más conectados de lo creemos. El cerebro e intestino tienen un papel clave en cómo nos sentimos y en cómo manejamos el estrés. El intestino produce hasta el 90% de la serotonina, el neurotransmisor que regula el estado de ánimo, el sueño y el apetito. Alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras, granos integrales y alimentos fermentados, pueden estimular la producción de serotonina y otros neurotransmisores, mejorando nuestro bienestar emocional.

Por el contrario, las dietas ricas en azúcares procesados, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados pueden afectar negativamente la microbiota intestinal, la comunidad de bacterias que habita en nuestros intestinos. Cuando este factor se encuentra en desequilibrio, la inflamación y el estrés oxidativo en el cuerpo pueden aumentar, lo que está vinculado con problemas como la ansiedad y la depresión. De hecho, estudios recientes han demostrado que las personas que consumen con frecuencia comidas altas en azúcares y grasas procesadas tienen más probabilidades de sufrir de trastornos de salud mental.

Además, alimentos que pensamos que son inofensivos, como los refrescos azucarados, los embutidos y la comida rápida promueven la inflamación en el cuerpo, lo que puede contribuir a la aparición de trastornos mentales. La ciencia ya ha demostrado que la inflamación cerebral está relacionada con condiciones como la depresión y la ansiedad, por lo que una dieta antiinflamatoria puede ayudar a prevenir o incluso aliviar estos síntomas.

Por otro lado, hay alimentos que pueden proteger nuestra salud mental. Los ácidos grasos omega-3, que se encuentran en pescados como el salmón, en las nueces y en las semillas de chía, tienen propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras que pueden mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas de la depresión. También, los alimentos ricos en antioxidantes, como los arándanos, el té verde y las espinacas, pueden proteger las células cerebrales del daño causado por el estrés y los radicales libres.

No solo se trata de lo que comemos, sino también de cómo y cuándo lo hacemos. Saltarse comidas o seguir dietas extremadamente restrictivas puede generar desequilibrios de azúcar en sangre, lo que afecta nuestro humor y nuestra capacidad para concentrarnos. Mantener una alimentación regular y equilibrada es clave para que el cerebro reciba los nutrientes que necesita para funcionar correctamente.

Si bien los pensamientos y las emociones juegan un papel crucial en nuestra salud mental, no debemos subestimar el impacto de nuestra alimentación. Incluir en nuestra dieta alimentos nutritivos, ricos en fibra y grasas saludables, puede ayudarnos a mantener no solo un cuerpo sano, sino también una mente equilibrada. Alimentar nuestro cerebro de manera adecuada es una herramienta poderosa para cuidar de nuestra salud mental.

Así que la próxima vez que te sientas cansado, estresado o bajo de ánimo, piensa en qué estás comiendo. Tu estómago y tu mente están profundamente conectados, y mejorar uno puede ser el primer paso para sanar el otro.