Con consignas como "¡El pulque es cultura, no es delito!" y "Todos somos hijos del maguey", decenas de productores, artistas y amantes de la bebida prehispánica se manifestaron a las afueras de La Paloma Azul, una de las pulquerías más emblemáticas de la capital, para denunciar la clausura de al menos diez establecimientos dedicados a su venta en semanas recientes.
Los cierres, ordenados por el Instituto de Verificación Administrativa (Invea), han generado indignación entre una comunidad que incluye productores de Tlaxcala, músicos, artesanos y guías turísticos, quienes aseguran que estos espacios son patrimonio vivo y no "giros negros". En conferencia de prensa en el Multiforo Alicia, acusaron que las acciones responden a vacíos legales y amenazan una tradición centenaria.
Entre las demandas está que las pulquerías sean declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la CDMX y se les otorgue un marco jurídico especial que reconozca su valor social. "Algunos locales tienen más de 100 años. ¿Ahora los cierran por falta de un papel? Esto afecta a familias enteras y a quienes cultivan el maguey", señaló un manifestante durante la protesta en el cruce del Eje 8 Popocatépetl y Eje Central Lázaro Cárdenas, donde repartieron pulque como acto simbólico.
Noé Lucas, administrador de una pulquería en el Centro Histórico, relató a Este País: "Hace 15 días me verificaron. Ya presenté mi licencia y el uso de suelo, pero seguimos en espera. Si nos cierran, tres empleados y los productores que me surten se quedan sin sustento".
Tras las críticas, el Gobierno capitalino defendió las acciones afirmando que buscan evitar violencia o venta a menores, pero aseguró estar abierto al diálogo. "No se trata de desaparecerlas, sino de regular horarios y atender quejas vecinales", explicó un vocero.
Mientras tanto, la resistencia promete escalar: "El pulque sobrevivió a la Conquista y al Porfiriato. No lo van a matar con escritorios", advirtió un productor de Tlaxcala, estado que provee el 70% del aguamiel consumido en la ciudad.