La tragedia provocada por las intensas lluvias en el centro de Texas alcanzó niveles catastróficos, con más de 100 personas fallecidas hasta el cierre de este lunes. Las autoridades confirmaron que entre las víctimas se encuentran 27 menores y guías de un campamento cristiano ubicado junto al río Guadalupe, uno de los puntos más afectados por las inundaciones repentinas tras el feriado del 4 de julio.
El condado de Kerr, epicentro del desastre, reportó un saldo preliminar de 84 víctimas, mientras que otras regiones también notificaron pérdidas humanas. Las condiciones meteorológicas han complicado las tareas de rescate, que se realizan con apoyo de helicópteros, embarcaciones y unidades caninas. Las lluvias persisten y han saturado los suelos, elevando el riesgo de nuevos desbordamientos.
El presidente Donald Trump firmó una declaración de desastre mayor para liberar recursos federales y planea visitar la zona afectada el próximo viernes. A pesar de las críticas sobre los recortes presupuestales al sistema meteorológico nacional, la Casa Blanca defendió la actuación del NWS, señalando que las advertencias se emitieron de forma puntual. Sin embargo, voces locales han señalado deficiencias en los sistemas de alerta temprana, especialmente en el área rural donde se encontraba el campamento Mystic.
La magnitud del desastre ha provocado movilización ciudadana, con decenas de voluntarios uniéndose a los equipos de auxilio. La comunidad lamenta la pérdida de vidas jóvenes y cuestiona la preparación institucional ante emergencias climáticas. Especialistas señalan que el cambio climático ha exacerbado la intensidad de estos fenómenos, y advierten que sin medidas urgentes de prevención, el “callejón de las inundaciones” seguirá cobrando vidas.