Qué fácil se olvidan las promesas, qué fácil se olvidan los compromisos cuando ya no eres corcholata y se ve al país desde una cómoda curul. Más de 250 mil usuarios de Interapas que reciben agua de El Realito quisieran que los políticos tuvieran tantita memoria y vergüenza.
Fue un 23 de junio del 2022 cuando el entonces poderoso secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, arribaba a San Luis Potosí con carpetas de 3 proyectos esenciales: seguridad, aeropuerto de Tamuín y terminar con las fallas de El Realito.
El hoy senador ya ni se acuerda de ese compromiso adquirido que le hizo que un público más o menos entusiasmado, y que a raíz de esa esperanzadora promesa se le vitoreara como presidente, presidente.
Adán Augusto regresó a la entidad, y lo que se esperaría como un adelanto de sus promesas sólo quedó en la memoria, pues hoy San Luis Potosí es abastecido con un agua turbia, amarillenta y con sedimentos qué la hacen inutilizable para actividades básicas domésticas tal como ha ocurrido en 79 fallas que le antecedieron en el conflictivo acueducto y que según nos han explicado, la empresa operadora no ha querido cambiar el panorama, y que las autoridades estatales están atadas de manos y ahora solo queda esperar que la Federación nos volteé a ver para terminar el contrato y realizar la inversión necesaria para sustituir el material que tiene un deterioro mayúsculo, porque aunque no supera los 13 años de que comenzó su instalación, éste al ser tan de mala calidad, pareciera que son décadas de uso. UNA VERGÜENZA.
Adán Augusto ha hecho y deshecho en el Senado; sus esperanzas de ser presidente no le terminan. Ha logrado hacer alianzas, fortalecer personajes, sacar acuerdos que pareciera que no había manera. ¿De verdad no puede hacer realidad su promesa con la que consiguió el aplauso fácil de los potosinos?
Hablamos de El Realito; después hablaremos de seguridad y del aeropuerto de Tamuín.
No hay avances y sí retroceso, además de usuarios sin agua, y sin contar las comunidades afectadas cuando revientan los ductos, que injustamente pasan desapercibidos cada que se presenta una falla, es decir, al menos una vez al mes. La ayuda, si llega, es insuficiente y siempre con la sosobra de cuándo se volverá a requerir, porque algo que es seguro es que definitivamente volverá a tronar.
Por supuesto, se va a inundar la comunidad afectada y claro que vendrá un nuevo presidenciable a prometer que terminará con este suplicio después de 2030 con remedios sacados de la manga y al día siguiente ni me acuerdo, ni me interesa.
Hasta la próxima semana.