El expresidente Donald Trump firmó cuatro decretos ejecutivos con los que busca reactivar y expandir la energía nuclear civil en Estados Unidos, una industria que ha sido tema de debate durante décadas por su costo y los riesgos asociados.
Durante el acto en la Casa Blanca, Trump declaró que su intención es convertir a EE.UU. en “una verdadera potencia nuclear civil”, mediante la agilización de procesos regulatorios y el desarrollo de nuevos reactores más pequeños y eficientes, especialmente para abastecer la creciente demanda energética de industrias tecnológicas como la inteligencia artificial.
Según funcionarios de su equipo, el objetivo es cuadruplicar la producción de energía nuclear en los próximos 25 años. Para lograrlo, se plantea que las decisiones sobre nuevos reactores se tomen en un plazo máximo de 18 meses, reformando el funcionamiento de la Comisión Reguladora Nuclear. Trump aseguró que, a pesar de la rapidez, se garantizará la seguridad de los procesos: “Lo conseguiremos muy rápido y con mucha seguridad”.
El resurgimiento del interés en esta fuente de energía se debe, en parte, al aumento de precios derivados de la guerra en Ucrania y a la necesidad global de fuentes de energía libre de carbono. Actualmente, Estados Unidos cuenta con 94 reactores operativos, aunque con una edad promedio de 42 años. Algunas compañías energéticas ya se preparan para reactivar antiguas centrales, como la de Three Mile Island.
Además, el país enfrenta desafíos en la cadena de suministro de uranio, ya que la mayoría es importado. Tras prohibir las compras a Rusia en 2024, EE.UU. depende principalmente de Canadá, Australia y Kazajistán.
La estrategia de Trump también responde a la competencia global: China y Francia cuentan con 57 reactores cada uno, y Rusia lidera la exportación de plantas nucleares en el mundo.
Con estos decretos, Trump busca posicionar a EE.UU. como líder en innovación nuclear, impulsando una energía que podría redefinir el mapa energético mundial.