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Alberto Flores
El emparrillado

Tiempos Oscuros

Esperaba no tener qué hablar tan pronto de los Empacadores de Green Bay en este espacio. O al menos no emitir un juicio tan anticipadamente porque el mariscal Jordan Love está en su primera temporada como titular con el equipo. Pero ya hay cosas que son imposibles no ver o al menos de las cuales no hacer mención.

Desde que soy aficionado a este equipo -por ahí de 2006- siempre he hecho mención de que es mi relación más larga y más tóxica: todos los años promete que va a cambiar y todos los años encuentra una forma de decepcionarme o de hacerme creer que tal vez exageré al juzgar de manera tan dura. Tenemos nuestros buenos momentos, claro (como las temporadas de Jugador Más Valioso de Aaron Rodgers o el Súper Tazón XLV), pero generalmente siempre recae en los mismos errores y regresamos a los mismos dramas que año con año ponen a prueba mi confianza y mi lealtad. Al final la tienen, pero las frustraciones siguen ahí.

El lunes 9 de septiembre, los Empacadores regresaron con las manos vacías de un partido completamente ganable en la ciudad de Las Vegas. El enfrentamiento empezó difícil pero manejable para la escuadra de Wisconsin. Aunque poco a poco se empezó a salir de control. Por alguna razón que no llego a comprender, los Raiders fueron efectivos en la defensa con un solo jugador: Maxx Crosby. Sin importar el tiempo de protección que la línea ofensiva le proporcionara al mariscal Jordan Love, siempre se sentía presionado, y no encontraba receptores desmarcados, a pesar de que los esquineros de los Raiders no eran los titulares. Tal vez se deba a la inexperiencia del mariscal, tal vez a la inexperiencia de los receptores, pero hubo momentos donde más que el brillo de la defensa de los Raiders, se notaba la presión en la que se encontraba la ofensiva y la mala lectura que había en las jugadas.

En el juego terrestre, A.J. Dillon acarreó bien el balón, pero Green Bay nunca se preocupó por ganar yardas por algún lugar que no fuera el centro en huecos minúsculos que únicamente le permitían ganar 3 o 4 yardas, por lo que el rol del corredor Patrick Taylor fue extremadamente minúsculo y careció completamente de sentido. 

Durante la primera mitad, la defensa jugó bien a secas, mandando al descanso con un marcador manejable todavía para justificar las carencias a la ofensiva. Y los equipos especiales hicieron bien la chamba bloqueando patadas de gol de campo. Pero en la segunda mitad el receptor de los Raiders, Tyrell Williams estuvo completamente libre todo el resto del partido. Sin mencionar la extraña decisión del coordinador defensivo de los Empacadores de enviar a un Linebacker a cubrir al receptor más peligroso de sus rivales: Davante Adams.

Ahora, mucho de lo que hablo parece ser culpa de los jugadores, pero la realidad es que el cuerpo técnico tampoco se vio muy competente. Matt LaFleur está en su quinto año con el equipo y es uno que ha dejado ver que su mariscal anterior Aaron Rodgers cubría con su habilidad como mariscal veterano las carencias de LaFleur como entrenador en jefe. Existía la queja de que Rodgers constantemente cambiaba la jugada en la línea y el partido de ayer dejó muestras claras de por qué. Love no tiene ese colmillo experimentado para cambiar la jugada como lo hacía Rodgers, y eso no solo expone a la ofensiva como una unidad que no termina de hacer cohesión, sino que pone en duda la habilidad de LaFleur como entrenador.

Es cierto que cuando el joven entrenador de los Empacadores tomó el mando tenía una plantilla de talento vastamente superior a la que tiene en este momento, pero esta debería ser la ocasión en la que él demuestre por qué está ahí… con un equipo que él mismo armó desde hace 5 años.

La bandera roja más grande se encuentra en la defensa y en el coordinador ofensivo Joe Barry, quien ha sido el blanco de las críticas de los fanáticos de la escuadra verdeamarela desde hace ya varios años. Las decisiones de Barry simple y sencillamente son “dudosas”, por decir lo menos. Y lejos de las decisiones en el momento del juego, este señor tiene a su disposición jugadores extremadamente talentosos; la mayoría siendo selecciones altas en el Draft y sigue sin sacarle provecho, sin jugar con idea. Me faltan palabras para describir el deficiente trabajo que ha hecho Barry a lo largo de estos años.

La realidad es que algo tiene qué mejorar en Green Bay. Y en alguien tiene qué recaer la culpa de ver a un equipo con tanta promesa desplomarse mientras avanza la temporada. ¿El coach Matt LaFleur? ¿El coordinador defensivo Joe Barry? ¿El mariscal Jordan Love? ¿O es que hay oportunidad de señalar más arriba hacia el gerente general Brian Gutenkurst y varias de sus decisiones que provocaron que más de la mitad de la plantilla anterior juegue con los Jets de Nueva York? 

Desconozco si lo que está plasmado en esta publicación tiene sentido, pero fuera de escribir de manera objetiva, escribo como un fan verdaderamente preocupado por el destino del equipo. Los oponentes que vienen no se ven como grandes amenazas, pero con el nivel de juego que se ha estado mostrando, es imposible no anticiparse a los comentarios y pensar si estamos frente a una época de oscurantismo como la que se vivió entre los años 70 's y 80' s.

La realidad es que Green Bay es un equipo acostumbrado a ganar, desde el inicio de la franquicia se ha mantenido esa ideología en la ciudad que se le conoce como “Titletown” (o “La ciudad de los Campeonatos”). Son el equipo más ganador de la liga, el de más títulos entre Súper Tazones y Campeonatos previos, el primero en ganar un Súper Tazón, el primero en ser tricampeón en los 60’s. La G del logotipo en los cascos significa “Grandeza”. 

¿Creen ustedes que exagero? Tal vez sí, pero con un currículum como el anterior, es imposible no exigirle a este equipo en específico que haga lo único que tiene qué hacer cuando las luces de los estadios y las cámaras de las televisoras y los ojos de los espectadores se postran sobre ellos: salir a ganar.