Un análisis realizado por la Universidad de Pittsburgh ha puesto de manifiesto que los lectores con poca experiencia en poesía no logran diferenciar de manera fiable entre poemas creados por inteligencia artificial (IA) y los escritos por autores como Emily Dickinson, Shakespeare o Lord Byron. Sorprendentemente, incluso valoraron más favorablemente los textos generados por IA debido a su simplicidad y claridad.
El estudio, publicado en Science Advances, incluyó a 1,634 participantes con escaso conocimiento en poesía: más del 90 % declaró leerla solo ocasionalmente, y dos tercios dijeron no estar familiarizados con los poetas asignados. Los voluntarios leyeron diez poemas, cinco de autores clásicos y cinco generados por ChatGPT-3.5, y en su mayoría atribuyeron erróneamente los textos de IA a humanos.
Los poemas creados por IA fueron percibidos como más accesibles y menos complejos, lo que resultó en evaluaciones más positivas en aspectos como ritmo, belleza y emoción. En contraste, los escritos auténticos de poetas consagrados, más ricos en complejidad, fueron identificados incorrectamente como artificiales.
El experimento incluyó tres grupos con diferentes niveles de información sobre la autoría de los textos:
- A un grupo se le informó que los poemas eran escritos por humanos.
- Otro recibió la indicación de que eran generados por IA.
- Al último no se le dio información sobre su origen.
Curiosamente, los participantes que no sabían quién había escrito los textos valoraron mejor los poemas de IA. Según los investigadores, esto refleja una tendencia a asociar la accesibilidad con calidad, lo que beneficia a la poesía generada por IA.
Además, el sesgo hacia lo humano influyó en las valoraciones: quienes sabían que los poemas eran creados por IA los puntuaron más bajo en casi todas las características evaluadas, independientemente de su verdadera autoría.
El estudio sugiere que la inteligencia artificial no solo ha alcanzado un nivel sorprendente en la creación de poesía, sino que también plantea preguntas sobre cómo los lectores perciben el arte y la creatividad. La IA, al producir textos más claros y directos, podría democratizar el acceso a un género literario a menudo considerado elitista o difícil de interpretar.
Esta investigación abre la puerta a nuevas reflexiones sobre el papel de la tecnología en la literatura y cómo esta podría transformar la manera en que apreciamos el arte escrito en el futuro.
La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como una herramienta poderosa para facilitar tareas humanas, y su aplicación en campos como la creación artística genera debate sobre su rol. Es crucial entender que la IA no debería considerarse un reemplazo de la creatividad humana, sino un complemento que amplifica nuestras capacidades.
El valor de la IA radica en su capacidad para procesar grandes volúmenes de información, automatizar tareas repetitivas y ofrecer soluciones rápidas y eficientes.
El arte trasciende la técnica; está intrínsecamente vinculado con las emociones, la experiencia y la interpretación personal del mundo. Estas son cualidades que la IA, por más sofisticada que sea, no puede replicar.
Un poema o una pintura creada por IA carecen de intencionalidad y contexto emocional genuino, aspectos que son el núcleo de la conexión entre el arte y su audiencia.
Presentar a la IA como una creadora autónoma de arte puede:
- Desvalorizar el trabajo humano: Podría fomentar una percepción errónea de que el arte humano es fácilmente replicable, ignorando el esfuerzo y la profundidad emocional detrás de cada obra.
- Diluir la autenticidad: Una obra generada por IA no tiene historia ni propósito consciente, elementos que le otorgan singularidad al arte humano.
La IA tiene el potencial de enriquecer el trabajo humano, pero debe usarse con ética y propósito. Su papel principal es auxiliar y expandir nuestras capacidades, no reemplazarlas. Al combinar la eficiencia de la IA con la creatividad humana, podemos alcanzar nuevas fronteras en la ciencia, la tecnología y el arte sin perder de vista la esencia que nos define como seres humanos.
En conclusión, la IA es una herramienta poderosa, pero el arte y la creatividad deben seguir siendo el reflejo de nuestra humanidad. Al usarla como un aliado y no como un sustituto, podemos maximizar su potencial sin comprometer nuestra identidad cultural y emocional. Es útil como herramienta, en cuanto a literatura, que sea de fácil comprensión no significa que los clásicos no tengan valor, sino que requieren un conocimiento verbal amplio para su comprensión y apreciación debida.
Con información de Deutsche Welle.