Una de las primeras actividades que realizó el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, al arrancar su mandato, fue la inspección de condiciones en las que se encontraba el Centro de Reinserción Social, en la delegación La Pila; recorrió las instalaciones y constató el abandono e indolencia con la que albergaban a las personas privadas de su libertad.
A ese primer recorrido llegó acompañado de una pequeña comitiva, integrada por los encargados de áreas fundamentales del Sistema de Justicia Penitenciario, secretarios de su gabinete y el encargado de despacho del Cereso, quienes reconocieron las condiciones precarias y otras anomalías administrativas y físicas, recogiendo también testimonios del personal de custodia y de los hombres y mujeres privados de su libertad.
Rememoro lo anterior, ya que la sensación de injusticia e impotencia al ver las imágenes que recorrieron las redes sociales de los medios locales, se hizo presente en una parte de la población potosina y podría decir con seguridad que en una parte de la sociedad mexicana. ¿Por qué en una parte? Porque como lo dice la fundadora de Reinserta, Saskia Niño de Rivera, en México, hemos confundimos la justicia con la venganza, al grado de que parecieran ser sinónimos.
Solo basta un recorrido por las diferentes reacciones en redes sociales a las noticias de este tipo, cuando se trata de personas privadas de su libertad o simplemente de personas detenidas por su presunta y no confirmada participación en un delito, no se puede ver más que odio, deseos de muerte, de abuso y nunca falta el típico “que se pudra en la cárcel”. En entrevistas que podemos consumir en internet o en las propias redes sociales de la activista, Saskia Niño de Rivera ha dejado claro que en nuestro país no existen cárceles que cumplan su objetivo.
Ante todo esto, pareciera importante recordar que los centros penitenciarios no están hechos para castigar, sino, como su nombre lo dice, reinsertar a una persona a la sociedad, que la misma sea capaz de andar por las calles acatando las normas establecidas para lograr una grata convivencia entre todos los ciudadanos, pero para lograr esto, en México hace falta recorrer un camino muy largo.
Sin embargo, las acciones que se llevaron a cabo desde el nuevo gobierno potosino parecen tener un buen tinte para acercarse a esa dignidad que, aunque muchos no lo crean, las personas privadas de su libertad merecen y en un primer gesto de justicia venidera, el gobernador acudió a convivir con las personas privadas de la libertad durante la posada que les organizó dentro del Centro Estatal de Reinserción Social de La Pila.
El evento contó con música, a cargo del grupo El Gran Silencio; y alimentos, además se entregaron cobertores y regalos para los hijos e hijas de los internos e internas, a quienes se les permitió el acceso para que convivieran en familia con motivo de la celebración de Navidad.
En este año, se realizó un evento de celebración para las mujeres privadas de la libertad mismo que inició con una misa a cargo del Señor Arzobispo Jesús Carlos Cabrero Romero y el pasado 12 de mayo arrancaron talleres artísticos y culturales para lograr un proceso de readaptación más digno y humano.
Esta acción se implementó de manera coordinada con el Centro de las Artes de la Secretaría de Cultura y está dirigida a población varonil y femenil; gracias al financiamiento de la Compañía BMW en San Luis Potosí, quienes han asignado los recursos económicos para el pago de instructores y material necesario, esto con el único propósito e intención de acercar el arte y la cultura a los espacios carcelarios.