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El Mirador
Redacción

Más publicidad gratis contra la oposición

Nadie ha hecho mayor publicidad a las movilizaciones ciudadanas del próximo domingo en defensa del Instituto Nacional Electoral que el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sin las constantes menciones que ha hecho en su mañanera incluidos sus insultos para los organizadores y eventuales participantes, la protesta carecería de la tracción informativa que tiene hoy.

Con su fatwa, el mandatario está generando un morbo semejante al que se produjo hace dos décadas, en vísperas del estreno de El crimen del padre Amaro, cuando se llenaron las salas de cine ante los llamados a boicotear la película. Nada genera más interés que lo prohibido.

Es imposible predecir cuántas personas responderán a la convocatoria para marchar, pero, si los contingentes resultan numerosos López Obrador no podrá culpar a nadie de ese éxito, sino a sí mismo, pues lleva tres días hablando del tema. 

Parte de la promoción no intencionada ha sido su discurso falsamente tolerante del derecho a la manifestación. El lunes pidió que no se impusiera a los opositores lo que nosotros padecimos, porque estos hipócritas querían hasta reglamentar las marchas”. Caray, como si él y sus seguidores alguna vez hubieran tenido restricciones para manifestarse. Si hasta bloquearon el corredor Reforma-Zócalo, echando mano de personal sindicalizado del gobierno capitalino y vendedores ambulantes para mantener ocupadas las carpas (¿verdad, Alejandro Encinas?). 

Si López Obrador creyera realmente que sus críticos merecen esa libertad, no habría sacado su rosario de descalificaciones para los convocantes a la marcha e interesados en participar en ella: racistas, clasistas, hipócritas, achichincles, aspiracionistas, despistados, fifís, cretinos, corruptazos, masoquistas, conservadores, inmorales, farsantes, alcahuetes, saqueadores, matraqueros, ladinos, etcétera. 

El sueño del Presidente sería poder agregar ternuritas” el próximo lunes. Que las marchas fracasen, sobre todo la que se llevará a cabo en la Ciudad de México. Ansía que se cambie el punto de destino, que ya no sea el Hemiciclo a Juárez, sino el Zócalo, con la esperanza de que las imágenes del domingo muestren una plaza semivacía.

Para atraer a los manifestantes a la Plaza de la Constitución catedral de la protesta social en México, el Presidente llamó a la jefa de Gobierno para que quite el diamante de beisbol actualmente montado allí, según contó ayer él mismo. Agregó que no tenía idea de que se estuviera llevando a cabo un torneo, como si ese deporte no le gustara y como si llevara días sin asomarse a la ventana de su oficina.  

En buen tabasqueño, López Obrador está cucando a sus críticos. A ver si no le sale el chirrión por el palito.