El pasado 26 de octubre, el Inegi dio a conocer los resultados de las estadísticas de las defunciones registradas correspondientes a 2021. En este reporte, se contabilizaron en México 1 millón 122,249 defunciones. Las estadísticas se obtienen a partir de los certificados de defunción suministrados por las oficialías del Registro Civil y los Servicios Médicos Forenses. La información se complementa con las actas de defunción del Registro Civil y los cuadernos estadísticos de las Agencias del Ministerio Público.
Según el sexo de las personas fallecidas, 42% de las defunciones en México fueron de mujeres, y 58% de hombres. La entidad con la mayor tasa de mortalidad fue la Ciudad de México con 138; la menor fue Quintana Roo, con 59. Del total de defunciones registradas en 2021, los meses con el mayor número de decesos fueron: enero, con 15.81% y agosto, con 11.00 por ciento. En 2020, el mayor número de muertes ocurrió en julio, con 11.10% y en diciembre, con 10.17 por ciento. Los meses con menos defunciones registradas en 2021 fueron: diciembre, con 5.93% y junio, con 5.83 por ciento.
Entre las diez principales causas de muerte en adultos se mantuvieron prácticamente igual con relación a 2020. Resaltan entre las tres primeras, covid-19, enfermedades del corazón y diabetes mellitus. Estas dos últimas enfermedades son crónicas, incurables e inciden en el nivel de vida de los pacientes y su bienestar económico al tener que cubrir ahora los gastos derivados de dichos padecimientos. En México, uno de los obstáculos para ejercer integralmente el derecho a la salud sigue siendo el pago directo que las personas deben realizar para acceder a bienes y servicios sanitarios. Este indicador se agravó durante la pandemia de covid-19, tal y como lo revelaron los resultados de la ENSANUT 2021, en donde casi 40% de los pacientes acude a servicios privados.
Las pandemias son eventos impredecibles, pero recurrentes, que pueden tener consecuencias graves para la salud humana y el bienestar económico. La planificación y los preparativos anticipados eran fundamentales a fin de atenuar el impacto de la pandemia por covid-19. Es evidente que esta administración ha actuado erráticamente ante esta emergencia sanitaria y eso se tradujo en un exceso de mortalidad por esa enfermedad que alcanza las 700 mil defunciones.
En México hay 12% de personas con hipertensión arterial, o quizás más si tomamos en cuenta que es una enfermedad silenciosa. También, desafortunadamente, hay 14% de mexicanos que padecen diabetes. El 75% de la población en México padece obesidad. El cambio en el perfil epidemiológico de los usuarios de los servicios públicos de salud no se ha acompañado de un cambio a la misma velocidad en la organización de los servicios. El panorama de la salud pública en México no es halagador. En los últimos 30 años, nuestro país se ha convertido en uno de los países del mundo más afectados por los índices de obesidad, las altas tasas de enfermedades cardiovasculares y con un gasto público en salud insuficiente para atender su problemática.
Y lo que es peor, ahora se invierte menos en la atención primaria a la salud, que es el lugar por excelencia para prevenir y detectar a tiempo las enfermedades crónicas. Las consultas médicas para el tercer nivel son más costosas para la vida de los pacientes, porque tampoco están disponibles las camas de hospital, equipamiento y los medicamentos en los hospitales de alta especialidad en el país. El recorte presupuestal, la desinformación y la desaparición del fondo de gastos catastróficos han provocado esta crisis en el acceso efectivo a los servicios. Desde luego sin considerar, además, todas las ocurrencias de esta administración para desmantelar el acceso oportuno a la salud.