El gusano barrenador no es una amenaza menor ni un mito veterinario. Se trata de un parásito real y agresivo que afecta a perros y otros animales domésticos en diversas regiones de América Latina, especialmente en zonas tropicales y húmedas. Su nombre científico es Cochliomyia hominivorax, y su presencia activa representa un riesgo grave para la salud de los animales, en particular durante los meses más cálidos y lluviosos.
Esta larva nace de los huevos de una mosca que busca heridas abiertas en cuerpos vivos para depositarlos. A diferencia de otras especies, el gusano barrenador se alimenta de tejido vivo, provocando lesiones profundas, infecciones severas y un dolor agudo en los animales afectados. Si no se trata a tiempo, puede causar la muerte del animal o dejarle secuelas permanentes.
Los síntomas a los que deben estar atentos los dueños de mascotas incluyen heridas con mal olor, secreción purulenta, presencia visible de larvas, inflamación, fiebre, pérdida de apetito y cambios de comportamiento. El perro puede mostrarse inquieto, apático o lamerse con insistencia una zona del cuerpo, lo cual puede ser indicio de la presencia del parásito.
Para evitar el contagio, los especialistas recomiendan mantener a las mascotas limpias y secas, revisar diariamente su cuerpo para detectar heridas, aplicar antisépticos si es necesario, utilizar repelentes autorizados por veterinarios y evitar paseos por zonas insalubres. Además, es importante apoyar campañas de vigilancia sanitaria, ya que el control de este parásito requiere una acción comunitaria.
Si se detectan signos de infección, se debe acudir de inmediato al veterinario. El tratamiento puede incluir la extracción manual de las larvas, desinfección profunda, uso de antibióticos y medicamentos antiparasitarios. En casos severos, podría requerirse cirugía o incluso amputaciones. Por ello, la prevención es fundamental para proteger la vida de las mascotas.