Tras varios días de tensión generada por declaraciones del presidente colombiano Gustavo Petro, los gobiernos de Colombia y Estados Unidos confirmaron el restablecimiento pleno de sus relaciones diplomáticas. Los embajadores Daniel García-Peña y John McNamara regresaron a sus respectivos puestos en Bogotá y Washington, luego de consultas que permitieron disipar el malestar provocado por acusaciones sobre una supuesta conspiración golpista.
El impasse tuvo origen en declaraciones de Petro que vinculaban a figuras del Partido Republicano con planes desestabilizadores, una afirmación de la que posteriormente se retractó. La respuesta de ambos gobiernos fue inmediata: se llamó a consultas a sus principales representantes diplomáticos, medida que evidenció el deterioro temporal en una de las alianzas más sólidas en el hemisferio occidental.
En entrevista con medios colombianos, García-Peña enfatizó que la resolución de la disputa responde a una visión de Estado, no a una coyuntura política. Por su parte, McNamara, encargado de negocios estadounidense, expresó que, aunque persisten diferencias con el gobierno actual, su país continúa considerando a Colombia un socio estratégico clave en América Latina. Ambos diplomáticos coincidieron en la importancia de fortalecer los canales de comunicación.
La relación bilateral, sin embargo, enfrenta retos significativos. Las recientes tensiones por el manejo migratorio, las diferencias en política antidrogas y la decisión del gobierno colombiano de suspender ciertas extradiciones han provocado incomodidad en Washington. La certificación de Colombia como aliado en la lucha contra el narcotráfico, que debe renovarse próximamente, será un nuevo punto de evaluación para el futuro del vínculo entre ambos países.