El auge de la inteligencia artificial en la vida cotidiana ha transformado la forma en que las personas se relacionan, al punto de que usuarios de chatbots como ChatGPT o Character.ai comienzan a generar vínculos afectivos con estas tecnologías. Esta tendencia, aunque novedosa, ha encendido señales de alerta entre expertos, quienes advierten sobre los riesgos emocionales y psicológicos que puede implicar.
Paola González Castro, catedrática de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey (UDEM), señala que es completamente posible desarrollar sentimientos hacia una IA, y que esta problemática se ha intensificado en los últimos años, especialmente tras la pandemia, periodo en el que las tecnologías se convirtieron en el principal medio de contacto social. Para muchas personas, los chatbots representan espacios seguros, libres de conflicto y con respuestas adaptadas a sus necesidades afectivas.
La especialista destaca que estas herramientas pueden generar dependencia, ya que otorgan una validación emocional inmediata. Este tipo de interacción, que simula acompañamiento humano, evita los retos de una relación real y puede ser adictiva. “Hay usuarios que encuentran en la IA su principal fuente de afecto y comprensión”, advierte González Castro.
Además, la profesora reflexiona sobre el papel de las compañías tecnológicas, que podrían estar lucrando con la soledad de las personas al ofrecer productos que no exigen esfuerzo emocional, pero brindan satisfacción instantánea. Por ello, propone un debate sobre la necesidad de regular el desarrollo y uso de estas tecnologías para evitar que se conviertan en sustitutos nocivos de las relaciones humanas.
Ante esta realidad, especialistas hacen un llamado a prestar atención al uso emocional de la inteligencia artificial, e invitan a fomentar relaciones humanas sanas que fortalezcan la salud mental, especialmente en un contexto donde la tecnología avanza a pasos agigantados.